"Hemos estado mi pareja, nuestra perrita Alegría y yo tres noches, de martes a viernes. El lugar es idílico, de los pocos sitios no masificados que quedan en la Costa Brava. Llegas desde Begur por una carretera de curvas con espectaculares vistas, cierto que ahora estamos en temporada baja y se nota, todo un lujo, bajo nuestro punto de vista. En el Hostal Sa Tuna solo hay 5 habitaciones y eso marca la diferencia. Cuándo llegas, te reciben con una gran sonrisa. Paquita que es la encargada del establecimiento, muy profesional, amable y atenta, tiene don de gentes, así como todos los trabajadores, se nota que les gusta lo que hacen y en hostelería se agradece que haya gente tan implicada en dar un buen servicio. Manuel, Chescu y Jesús en restaurante, saben perfectamente lo que te están vendiendo para comer o cenar, y lo hacen con una profesionalidad envidiable. Ana de desayunos nos recibía todas las mañanas con una gran sonrisa y profesionalidad. Los desayunos son de primera calidad, fruta recién cortada, bollería no industrial hecha en casa, zumo de naranja natural, recién exprimido, embutidos, pan tostado, mantequilla y mermelada, además te hacen todo tipo de huevos y tortillas. Mercé de habitaciones, nos tuvo la habitación los tres días impecable. Discrepo con ciertas críticas de que es caro. Cierto es que el restaurante no es barato, pero por su localización y sus pescados frescos, eso se paga, a destacar el arroz a la llauna del senyoret, así como sus croquetas de gamba roja y buñuelos de bacalao, el carpaccio de gamba de Palamós espectacular. Lo mismo del Hostal, estás en un paraje casi idílico y eso, hoy en día se tiene que pagar. Quién lo considere caro tiene muchas alternativas en una desgraciadamente, masificada Costa Brava. Sin duda alguna volveremos, todo su personal nos hizo sentir como en casa, sin agobios. Felicito a la dirección del Hostal y a todos y cada uno de sus trabajadores. Sus propietarios pueden estar muy contentos del equipo que tienen."