"Comida y bebidas: Fuimos a cenar una noche y la experiencia fue horrible. Era un hotel rancio con un olor a viejo que parecía sacado de una máquina del tiempo de hace 60 años. La comida fue una auténtica estafa, un atraco a mano armada. Los calamares eran pota. Nos cobraron 18 € por dos trozos microscópicos de rollo de bonito y 25 € por 4 pequeños trozos de rape, eso sí, con muchas patatas fritas. La calidad, mediocre. La cerveza y los refrescos salieron a 3 €, caro para un hotelucho de carretera aislado, sucio y cutre. En Galicia se comía bien en cualquier lugar, pero por lo que parece, aquí también los ladrones hacen su agosto."