"Una verdadera joya escondida. Engi es un pueblo muy pequeño en la orilla de un gran embalse. Llegamos y nos llevaron a una mesa en un comedor español muy tradicional. El menú apareció en nuestros teléfonos. La camarera dijo que traería una selección de entrantes y sirvió una sopa fría de tomate, ajo y pan muy suave adornada con huevo picado. Esto fue seguido por un plato de jamón y luego cuatro langostinos enormes asados. Francamente, con la botella de vino tinto frío que llegó, podríamos habernos detenido allí. Lo que llegó después fue una costilla de ternera en el hueso, deliciosamente poco hecha y espolvoreada con sal gruesa, algunos pimientos asados y patatas fritas de primera calidad muy calientes. Sintiéndonos la necesidad de hacer una pausa, nos retiramos a la terraza exterior donde yo tomé un flan de café y mi esposo tomó un crème brûlée de limón con helado de limón y crema. Con un café y una cerveza, y suficiente carne de res para los próximos dos días, se intercambiaron 66 €."
