"Un lugar mágico. Pilar y su familia nos hicieron sentir como si fuéramos clientes de toda la vida. Cenamos de lujo. Unas setas increíbles, migas, croquetas, patatas revolconas... y como remate al día siguiente, 31 de diciembre pudimos tomar cervezas en la auténtica cueva. Mágico. Y compartimos las uvas en la plaza con Pili y su familia. Un bar con historia, de padres a hijos, gente trabajadora con una profesionalidad y empatía que hoy en día es difícil de encontrar. La calidad/precio de 10. Regresamos a Madrid cargados de energía y con el estómago muy lleno. Gracias Pili y familia por su trato y magnífica cocina. ¡Seguro que nos volveremos a ver!"