"Bajamos de la montaña después de dos días de travesía, hambrientos y cansados, y fue el único lugar abierto que encontramos en el pueblo. Así que, un buen punto por eso. La decoración del local es muy particular, incluso kitsch, pero en el buen sentido. La clientela era un poco ruidosa, pero igualmente acogedora. Pedimos el combinado de kebab, patatas y torta por 6,50 euros, y por el precio estaba bien. Cualquier kebab de Barcelona es mejor, pero supongo que, siendo un lugar en las orillas, está bien."