"Al entrar en este pequeño bar de tapas escondido en una calle lateral en el corazón de Santurtzi, supe que me esperaba una delicia. El aroma de chorizo y ajo sizzling se filtraba por el aire, y el sonido de copas chocando y gente riendo llenaba el acogedor espacio. Pero al hojear el menú, me di cuenta de que este no era un bar de tapas ordinario. Claro, tenían los clásicos como patatas bravas y gambas al ajillo, pero lo que realmente llamó mi atención fueron los platos principales. Panceta de cerdo cocida lentamente con puré de manzana, pulpo a la parrilla con alioli de ajo negro y un contundente estofado de carne de vaca con garbanzos y chorizo eran solo algunos de los platos que me hicieron la boca agua. Y al dar mi primer bocado a la panceta de cerdo, supe que había tropezado con algo especial. La carne estaba tierna y jugosa, con la cantidad justa de dulzura del puré de manzana. Y el pulpo, perfectamente chamuscado y servido con un alioli suave y rico en umami, era de lo mejor que había probado. Pero lo que realmente me sorprendió fueron los postres. Había oído que los bares de tapas no eran conocidos por sus dulces, pero este lugar tenía un chef pastelero verdaderamente talentoso. El flan era ligero y cremoso, con un sabor suave y perfectamente equilibrado. Al terminar mi comida y pagar la cuenta, no pude evitar sentirme agradecido por haber descubierto esta joya escondida. Este bar de tapas había superado mis expectativas, y sabía que volvería por más. Si te encuentras en Santurtzi, hazte un favor y busca este lugar, tus papilas gustativas te lo agradecerán."
