"Excelencia, creatividad, asombro, placer... las palabras son insuficientes para describir lo que el comensal encuentra en este pequeño restaurante ubicado en un callejón poco transitado. Al principio, leer el menú produce melancolía al tener que elegir entre tantas tentaciones, hasta que nos explicaron que la “fórmula” del restaurante son los platos para compartir. Si se desea, se puede pedir un plato para uno mismo, pero están servidos de manera que facilitan su compartir. En nuestro caso, siendo dos personas, pedimos cuatro platos, y al compartirlos, el resultado fue el equivalente a un menú de degustación. ¡Y qué menú! Destacamos un bacalao con pies de cerdo, armoniosamente combinado con una salsa de ajos tiernos y almendras. La cola de toro juega en otra liga, nos la definieron como una especie de flan debido a su ternura, y de hecho, en lugar de servirla con cuchillo y tenedor, la presentan con cuchara. No hay palabras para describirlo. Hay que probarlo. En cuanto a los postres, me he quedado sin adjetivos, pero con ellos parecía ascender al cielo. El personal es muy amable y atento. Y hay que tener en cuenta que el restaurante es muy pequeño, y el equipo consta de solo cuatro personas. En esta ocasión elegimos el menú, pero no debemos pasar por alto el menú diario que cuesta alrededor de 16 € y tiene opciones muy interesantes y igualmente atractivas. Servicio: Comedor interno Tipo de comida: Almuerzo Precio por persona: 50–60 € Comida: 5 Servicio: 5 Ambiente: 4 Espacio de estacionamiento: Difícil encontrar estacionamiento Opciones de estacionamiento: Estacionamiento de pago en la calle."