"Fuimos a comer ligeramente antes de una actividad y nos llamó la atención de cualquier otra propuesta de la carta. La amabilidad del niño que nos trató fue excepcional, nos hizo sentir muy una gota, así que decidimos volver a la chuleta y el pulpo para la cena. Por la noche la terraza gana mucho con la iluminación y el sonido del agua que genera la pequeña cascada da un toque al medio ambiente. Fuimos tratados por una persona diferente, pero a lo largo de la cena todos los compañeros del servicio nos trataron con mucha cercanía y profesionalidad, nos aconsejaron bien y estaban pendientes. la comida vino sin prisa, personalmente lo prefiero de vacaciones. postre tomamos torta de queso, piña infoionada y una ginebra de manzana verde y kiwi. Buena calidad/precio. Es nuestro último día, pero si he ido antes de estar seguro de que volveríamos."
