"Paré en este restaurante el primer día de vacaciones y pedimos una bebida. Nos dieron un pequeño bol de cacahuetes, mi hija empezó a comerlos pero para nuestro horror encontró un trozo de chicle masticado en ellos. Rápidamente terminamos nuestras bebidas, pagamos, pero antes de irme informé al camarero. Se disculpó a medias, salimos rápidamente y fuimos al pub de al lado que era más agradable. Incluso ahora, el pensamiento de haber puesto accidentalmente ese chicle en mi boca o peor aún, en la de mi hija, me da escalofríos."