"Aquí me encuentro en un pequeño impasse, ya que no sé si puntuar mejor la calidad de la comida o la del servicio, pues ambas rozan la excelencia. Cada plato era mejor que el anterior, todo jugoso, en su punto perfecto y sin la trampa de las especias potenciadoras de sabor. El personal de cocina sabe lo que hace y lo hace con maestría. La cantidad era adecuada para satisfacer el hambre sin la sensación de haber comido en exceso. El trato del personal fue sencillamente impecable: amables, sonrientes y dedicados. Presentaron y degustaron el vino antes de servirlo.
No sé si tienen un interés real en la aprobación de los clientes, pero, desde luego, hacen un gran esfuerzo por parecerlo. Eso sí, cuidado si decides ir y eres sensible en el corazón cuando llegue el momento de pagar la cuenta, ya que puede que tu marcapasos falle. Aun así, es de esos lugares donde apetece volver de vez en cuando. No duele gastarse un poco más, y más todavía cuando te das cuenta de que, veinte minutos después de salir del restaurante, sigues hablando de lo bien que cenaste. Y aún más razón cuando esa persona es a quien querías sorprender con una noche especial. Sin duda, es un sitio al que volveré."