"Muy muy lentos. Dos horas para comer, sin postre ni café. O sea, más de media hora entre plato y plato. Los burritos no tenían frijoles, y sí guisantes, increíble! Ah, y el aguacate, en el guacamole, brillaba por su ausencia. La camarera era consciente de lo que estaba pasando porque, al igual que con nosotros, no paraba de disculparse en todas las mesas."