"Si es tu primer estrella Michelín puede que te sorprenda, pero si ya tienes experiencia en este tipo de establecimientos te resultará sin más . Por desgracia muchos de los platillos resultaron planos y solo algunos tenían la potencia de sabor y complejidad que se espera en este tipo de restaurante. Quizás los más decepcionantes la tortilla de castañetas (imposible apreciarlas por tamaño, cantidad y estar sobrepasadas por todo el puré de patata estilo robuchon y cebolla caramelizada y el helado de leche de oveja, absolutamente sin ese sabor característico y que más bien parecía de vaca. De la selección de curados, creo recordar que era una especie de molleja/tocino, se nos hizo bola, cosa que no puede pasar tampoco en este tipo de restaurante. O bien cambian el pase o lo cortan de otra manera para evitarlo. Lo que más nos gustó, a la altura de un restaurante con estrella, el pase de oreja y gamba, el limón serrano, el brioche de presa y caviar y la cococha con oreja. Maridaje correcto, aunque no te volará la cabeza salvo alguna excepción: a destacar la Caseta de Valeria Fernández y el Domaine de Montbourgeau L 'Etoile. Se agradece el trabajo del sumiller buscando este tipo de referencias y la propuesta arriesgada (en el sentido de que no es a lo que la mayoría está acostumbrado de maridar con manzanillas y blancos. De hecho, pincha en el Ribera del Duero, que parece metido con calzador, con el pase de presa ibérica y zanahoria, que no hay por dónde cogerlo con tanto dulzor del helado de zanahoria, bizcocho, etc. (le va mucho mejor el Ott Chateau de Selle aquí . Buen detalle las amenidades del baño y el servicio agradable. Han hecho algo muy difícil consiguiendo la estrella y ahora tienen una tarea más complicada aún que es mantenerla. Me temo que como no se pongan las pilas y se centren más en la potencia de sabores y creatividad de las combinaciones, se irá tan pronto como vino."
