"Pedimos dos cañas y cuatro empanadas. Una empanada era comestible, otra cruda y recalentada, otra ácida y recalentada y la cuarta ácida y con moho. Lo peor no fue encontrar el moho en la comida y tener que escupirlo si no la falta de deferencia por parte del local cuya respuesta es “pagadme sólo dos empanadas”, como si fuera un despliegue de amabilidad por su parte el no cobrarnos la comida en mal estado"