"Si alguna vez quieres comer en Sevilla donde no hay aglomeraciones de turistas, este pequeño y pintoresco lugar es perfecto. El propietario es camarero y cocinero al mismo tiempo, cuando estábamos abrumados por nuestro pobre español (tampoco habla inglés ni alemán), simplemente fue a buscar platos preparados a la cocina y nos explicó los platos con las manos y pies. Las tapas están recién hechas, las empanadas estaban excelentes. Pagamos poco menos de 20,00 euros por tres tapas, dos cervezas grandes y cuatro bolsas de snacks. Fue una velada divertida, absolutamente recomendable El ambiente es muy rústico, hay mucha gente local, lo que siempre es una buena señal."