"¡Me encanta! Y la comida es muy buena. Sin embargo, dos años después, duele ver que no cuidan la imagen ni la presencia. Ir a desayunar y divertirse en Haagen es una experiencia peculiar pero lamentable. La taza de café sucio, el dependiente tocando la comida con las manos, la mascarilla mal puesta. El crepe que no está bien hecho o merecido, sin mencionar lo absurdo del crepe que se hace y se recalienta. En cualquier chiringuito lo hacen mejor ahora. Y por último, ¿dónde está lo innato? Doloroso."