"Es un bar-casa de comidas peculiar. Antaño gestionado por sus antiguos propietarios a quienes no conocí pero me dicen que eran españoles y ahora regentado por una familia de origen chino, que han aprendido nuestra cocina de siempre, casera tradicional, y lo hacen que parecen alumnos aventajados de Arguiñano. Es un local pequeño, estrecho y profundo, con la barra en un lateral y el resto del espacio lleno de mesas. Tiene una pérgola en el exterior que durante los meses de verano extiende casi sin límite dada la asistencia de clientes. Aparte de una pequeña carta con raciones y bocadillos, todos los días de la semana ofrecen un menú. Los días de diario a 7,50€ el cubierto y los festivos y fines de semana a 9,50€ por comensal. La comida es rica, muy rica, en general. Los platos de cuchara, los guisos de carnes, las ensaladas, el rabo de toro, el codillo, los costillares de cerdo, las chuletas de cordero, el secreto ibérico, el cocido madrileño, las mollejas, el cazón en adobo, etc, etc. e incluso un arroz con bogavante o unas navajas en los menús festivos (un lujo por ese precio). En resumen, cocina casera sabrosa, con fundamento y a precios de crisis. El local es sencillo, ruidoso, con manteles y servilletas de papel, pero bien ventilado, aspecto que se nota porque al salir la ropa no huele a cocina. No se puede pedir más con un precio tan ajustado. Poniendo todo en la balanza, la relación calidad precio es superlativa. Muy recomendable"
