"Encontramos el restaurante por casualidad. Y fue una de las casualidades más bonitas que nos han ocurrido. Habíamos quedado para cenar en otro restaurante y mientras esperábamos mesa decidimos sentarnos a tomar algo aquí... y entonces fue cuando sucedió la magia. Se trata de un local chiquitito, acogedor, lleno de buenos aromas y mejor sentir. La cocina es abierta al público y precisamente gracias a ello vimos cómo el cocinero preparaba la cena a otros comensales. Disfrutaba, se le veía colocar los platos con esmero y buen hacer. No nos quedamos a cenar aquella misma noche porque ya teníamos mesa en otro lugar, pero reservamos para comer al día siguiente. Y no fue menos de lo que esperábamos. El trato inmejorable; el sabor, absolutamente delicioso. La sensación que nos guardamos fue la de estar en casa. Absolutamente recomendable por su buena cocina y por su buen trato. No sé el nombre del dueño del restaurante pero quería agradecerle el buen momento que nos hizo disfrutar."