"La verdad es que nos encantó. Fuimos sin saber qué esperar y se ha convertido en un sitio para volver muchas veces. Cuando fuimos, el ambiente era tranquilo y relajado, el restaurante es amplio y hay separación entre meses. La iluminación ayuda a crear un ambiente especial, que te transporta a la Bretaña. Las crepes fueron perfectas, exactamente como las que hemos comido en dicha zona. La sidra también, así que recomiendo mucho pedirla. Nos atendieron muy bien, el personal muy simpático y atento. Menos mal que siguen existiendo lugares así en Barcelona."