"Después de dar un paseo por el centro histórico de Ronda y de hacer algunas compras, buscamos un restaurante que nos habían recomendado, solo para descubrir que estaba cerrado los lunes. Caminando más arriba por la calle, llegamos a una pequeña taberna con cinco o seis mesas bajo unos árboles en una pequeña plaza frente a la Iglesia de la Merced. El dueño, jovial e informativo, nos sirvió las bebidas y cuando mi hermano y yo elegimos manzanilla, nos trajo una botella de Solear a la mesa para que nos sirviéramos nosotros mismos. Las raciones que elegimos fueron bacalao al horno, calamares fritos y boquerones a la plancha, cada uno cocinado a la perfección y servido de manera sencilla. Dos de nosotros tomamos postre, uno una tarta de queso y el otro un pudín de limón, ambos excelentes. Una taberna muy modesta, más frecuentada por locales que por turistas, y muy recomendable por su servicio amigable y platos muy bien preparados."