"Nuestra hija nos había recomendado el Vicus, dentro del pueblo de Pals. No habíamos estado nunca y nos sorprendió agradablemente. El comedor es tranquilo. A pesar de no ser muy grande, las mesas están suficientemente espaciadas para que la cena se desarrolle en un ambiente más que correcto, que permita saborear los platos. La flor de calabacín rellena de brandada de bacalao y la anguila ahumada fueron el inicio de una buena cena, para finalizar con un turbot salvage y un costillar de cerdo. Es un punto al que puede acudirse todos los años. Nos gustó. Gracias"