"Reservamos una mesa esperando disfrutar de una buena comida y bebidas, pero estaba claro que no éramos bienvenidos al no hablar español. El lugar estaba vacío y nuestro camarero no nos explicaba los platos, se quedaba parado sobre nosotros y fue grosero. Tomamos una copa y nos fuimos sin comer, ya que nos sentimos incómodos. Un camarero joven hablaba inglés pero no le permitieron atendernos. Se veía avergonzado por cómo nos trataba el camarero mayor. Nos fuimos a otro restaurante, el Timón, a solo 2 minutos a pie, donde la anfitriona fue muy amable y acogedora."