"Restaurante de visita obligatoria. Cocina de muchísima calidad, en la que los ingredientes de cada plato mezclan con una armonía y un gusto increíble. Todo lo que pedimos estaba buenísimo, pero destacaría los medallones de rape sobre arroz negro (hubiera repetido tranquilamente), el cordero a baja temperatura (de los mejores que he probado) y la espuma de menjar blanc (postre tradicional menorquín; diferente de lo habitual, ligero y exquisito). Las raciones no son abundantes, lo que permite probar varias cosas sin salir petado Mención especial para Cheli y Víctor, dos profesionales como la copa de un pino, nos ayudaron a decidir y acertaron de pleno. Siempre que volvamos a Menorca, repetiremos."