"Había poca gente con lo que estuvimos muy tranquilos y comimos rápido. El marisco, tremendo. Los fritos para los críos parecían mantequilla, de lo suave que estaba el pescado. Los camareros, muy buenos paisanos. Conozco muchos sitios en Gijón -hoy cerrados lamentablemente- y era la vez que iba a este, pero lo apunto en la agenda para la próxima."