"El día 5/1/2021 pedí una pizza familiar a las 20:00 a través de la aplicación jot eat. A las 21:15 (una hora y cuarto después de haber realizado el pedido) veo que alguien me llama por teléfono, contesto y resulta ser el repartidor. Me dice que el ticket no muestra mucha información sobre la dirección de entrega, solo muestra la calle y el número del portal, y me pide que recoja la pizza en la calle. Me quedo sorprendido, ya que llevo años pidiendo comida de todo tipo de establecimientos a través de jot eat, no he cambiado ningún dato de mi cuenta y nunca he tenido ningún problema. Sorprendido, le digo al repartidor que no voy a bajar a recoger la pizza y le digo en qué piso y con qué letra se encuentra mi casa, y le pido el favor de que suba la pizza. El repartidor no me responde y cuelga el teléfono. Después de unos momentos, llaman al teléfono del portal y procedo a abrir. Pasan varios minutos y el repartidor no da señales de vida. 10 minutos más tarde, vuelvo a llamar al mismo número desde el que me habían llamado el repartidor, y salta la máquina de respuesta automática con una grabación que parece haber sido hecha bajo los efectos del alcohol o de alguna posición psicoactiva, algo surrealista. Puedes comprobarlo si quieres llamando al 91-1983285. Llamo 2 o 3 minutos más tarde, y escucho de nuevo la misma grotesca grabación. Decido bajar yo mismo a la calle por si el repartidor había decidido quedarse y esperar a que bajara, a pesar de que le había dicho que no lo haría. Cuando llego a la calle, no hay nadie. Abro la aplicación de jot eat y veo que tienen el teléfono en la pizzería, así que les llamo. Les explico lo sucedido a la voz que escucho al otro lado del teléfono. Me pide que espere y hable con el repartidor. En lugar de poner la llamada en espera, no lo hace, por lo que más o menos puedo escuchar completamente su conversación con el repartidor: básicamente este le dice a la pizzería que no sabía cuál era mi dirección completa, y que está cansado de esperar a que baje y que como hacía mucho frío, se ha marchado. Mientras le da esta explicación, el de la pizzería solo dice "ahh, por supuesto, por supuesto. Normal". Después de un par de momentos, escucho que la voz de la pizzería se dirige a mí: mira, es que el repartidor se ha tenido que ir porque dice que le has tratado mal. Alucinando, porque lo único que le había dicho al repartidor era que no iba a bajar, se lo digo. Le pregunto cuándo vendrá el repartidor con mi pizza. Su respuesta es: no sé, señor. El repartidor está en la calle y no puedo decirle cuánto tiempo tardará. Insisto en que me dé una estimación de cuándo podré tener la pizza en mi casa, y me dice que no sabe. Le digo que es una vergüenza lo que está sucediendo, y por supuesto voy a denunciarlo a jot like, a lo que literalmente me contesta que bueno, es su palabra contra la nuestra. En este punto pierdo los papeles y empiezo a gritarle por teléfono. Colgué el teléfono. Esta es la lamentable y surrealista historia que describe cómo puede acabar la experiencia de pedir una pizza en este establecimiento. Por supuesto, esto no va a acabar así, he presentado una reclamación en jot like y estoy esperando a que su departamento de calidad se comunique conmigo esta semana, y me aseguraré de que se tomen medidas contra esta gentuza. Espero que al compartir esto sirva al menos para evitar que otras personas pasen por una situación tan desagradable como ha sido. Este tipo de personas no deberían tener ningún restaurante, al menos ser capaces de ofrecer servicios a través de jot eat."