"Cuando llegamos al restaurante, nos encontramos con un lugar diminuto, con alrededor de 8 mesas, vacío y oscuro. El sitio podría ser mejor aprovechado, pero los cristales no permiten disfrutar de las vistas únicas del lugar, y tampoco te dejan salir a la terraza. El servicio está bien, las chicas son muy amables, pero la comida no vale la pena. Pedí la carne al punto menos y me la trajeron pasada y seca. El pulpo a la brasa era básicamente unos restos de papas con choco y un trozo pequeño de pulpo encima. El postre nos llamó la atención, pedimos la típica torrija caramelizada con azahar y resultó ser un trozo desordenado de sobao semimojado con una papilla a medio hacer manchando el plato. En resumen, un completo desastre."