"Volvimos a este restaurante con el objetivo de tomar el ajo arriero con albaricoque que tan buen sabor de boca nos dejó en una ocasión anterior y debo reconocer que estaba tan rico como lo recordábamos. Pero eso fue todo lo que podemos resaltar de la cena. Pedimos chuletas de cordero lechal a la brasa, secreto de cerdo con salsa de frutas y una pizza de secreto que nos llamó la atención. Para empezar pedí una caña que sirvieron en un vaso desportillado. Apenas habían servido los entrantes cuando nos trajeron los platos de carne, cosa que nos sorprendió porque tuvimos que dejar los primeros sin terminar para que no se nos enfriaran las carnes, lo que por cierto también ocurrió muy rápidamente. Nos sorprendió este hecho ya que siendo un restaurante que tiene un cocinero dedicado específicamente a las brasas en el centro de la terraza nos trajeron las chuletas y el cordero como si se tratase de un restaurante chino en el que sirven todos los platos a la vez. Las escasas chuletas se sirvieron sin ningún tipo de acompañamiento, aunque fuera dos tristes hojas de lechuga. El secreto era un amontonamiento de trozos y la salsa de frutas no la encontramos por ningún sitio. Pedimos una ración de pan que estaba seco y un tanto duro. Al preguntar si nos lo podían tostar un poco la camarera nos contestó que no era posible, (nueva sorpresa). La pizza se salvaba. En definitiva, para un restaurante que trata de tener un toque de distinción creemos que tiene todavía mucho margen de mejora. La relación calidad precio deja un tanto que desear. Solamente volvería a por el ajo arriero con albaricoque."
