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Los canapés tenían una buena presentación, pero eran dulces insípidos, especialmente los que eran "decorativos y navideños", pegajosos y con un sabor idéntico. No merece una mención especial ni la biscuit ni el roscón madrileño: estaban secos, como si llevaran días. El servicio que recibimos fue poco profesional, o más bien, nunca profesional. De hecho, el niño que nos atendió hizo un comentario negativo al sentirse "estresado" porque no le avisamos con antelación sobre el video que estaba grabando. El llamado “Patio” del hotel es, en realidad, el vestíbulo donde entran y salen continuamente curiosos que toman fotos. Aunque hay un cordón que intenta evitar el acceso, el personal no se mostró muy interesado en ofrecer una atención de calidad.
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Si necesitas más ajustes o un enfoque diferente, no dudes en decírmelo."