"Una tarde de verano me picó la curiosidad por probar un poco de ese pintoresco sushi que anunciaba Oyishi, ya que mi boca se hacía agua al imaginar esa deliciosa salsa de soja chorreando por mi sushi. Sin embargo, con gran decepción percibí que apenas me habían servido un dedo de soja, a pesar de lo mucho que me gusta, además de la soja. Lo que si me gustó fueron los dedos de aquel apuesto camarero, David, quien amablamente se ofreció a echarme toda la salsa que yo necesitase. Nunca lo olvidaré, volvería sin dudar."