"ACTUALIZACIÓN (ANTIGUA CRÍTICA AL FINAL) Pena, penuca, pena... Estuvimos hace un par de años, cenando aquí como novios. Le contamos al camarero que nuestros padres-suegros, acudían también desde antes de casarse. Y pronosticó que la próxima vez que fuéramos, sería ya casados. Así que, recién casados, volvimos con la ilusión de saludar a aquel camarero-vidente. Una decepción... Esta vez, quien nos atendió parecía un poco despistado. Tanto, que tuvimos que esperar media hora por una ración de rabas, mientras a nuestro alrededor la gente llegaba, se sentaba y ya estaba cenando. Muchos con atenciones especiales del dueño, mientras nuestras rabas tenían que ser requeridas en cocina de nuevo. Para los principales, más de lo mismo, y eso que era una comanda fácil. Tres merluzas rebozadas y una dorada a la plancha. Al final, llegaron las merluzas pero para la dorada hubo que esperar un rato, para que además viniera cruda. Eso sí, cubierta con una lluvia de ajo quemado. Por suerte, las merluzas estaban de 10, así como la guarnición de patatas que le tienen cogido el punto porque es la misma para todos desde hace años. En el postre, para no arriesgarnos, optamos por la tarta de hojaldre de pastelería. Ante nuestro malestar, el camarero nos invitó a un café y a un chupito de crema de orujo. No sin antes echar las culpas de todo a la cocina, que estaban un poco dormidos . Lo que debía ser cierto, porque según salíamos del restaurante, el cocinero de la terraza nos ofreció entrar a cenar paella del día ... En definitiva, una desilusión ante la caída de la atención, típica del que ve que sigue llenando el restaurante todos los días gracias a la fama mientras sus vecinos lloran en sus terrazas vacías. Con una feroz competencia alrededor, este restaurante ha conseguido imponerse frente a los demás en el revitalizado Barrio Pesquero de Santander. Visitar la zona en julio, durante la fiestas de la virgen del barrio es un espectáculo de comida, puestos y atracciones. Aunque no está recomendado para quien no le gusta las grandes afluencias. En el restaurante Los Peñucas se puede disfrutar de una amplia variedad de productos del mar, así que olvídate de perder el tiempo si lo que quieres es un chuletón. Ahora, si eres de los que sabe disfrutar del buen pescado o el marisco, no te pierdas la lubina a la espalda o su bonito. Si te dejas de aconsejar por los simpáticos camareros, a lo mejor te dejan probar el bonito con salsa del chef. Pero no sueñes con que te digan la receta, porque es secreto nacional. Por menos de 50 euros puedes disfrutar de dos buenos platos, entrante de calidad y un vino. Las raciones y tapas también merecen la pena, si lo que te gusta es el picoteo."