"Pequeño restaurante muy acogedor, con pocas mesas y mucha distancia entre ellas. Todo lo que sirven en la mesa es de elaboración propia, incluso el pan, que lo sirven recién hecho, y la mantequilla. Tienen menú cerrado, por lo que no se puede elegir, pero quedamos encantados con la comida. Cambian los menús según la temporada. Nos sirvieron una bandeja con tres pequeños aperitivos por persona, luego una gioza rellena de cordero guisado. Después un aguacate relleno braseado y como plato principal, dorada muy limpia y desespinada con una salsa deliciosa y excelente presentación. De postre, una copa de sabayón muy fino y delicioso. La atención y el servicio son de 10. Es imprescindible reservar, ya que solo tienen 5 o 6 mesas, e informarse del menú que están ofreciendo en ese momento."