"Lo encontramos por casualidad dando una vuelta por el barrio de la Marina, y como nos encantan los mexicanos, no dudamos en reservar para comer. La decisión no pudo ser más acertada, la comida estaba riquísima y el trato del personal (que nos aconsejó muy bien) fue fantástico.Tomamos chilaquiles de entrante; eran muy diferentes a los que habíamos probado hasta entonces, pero estaban muy muy buenos (probablemente lo mejor de la comida), y luego compartimos una ración de cochinita pibil que también nos encantó. Por último, aunque ya no tenía hambre, como estaba todo tan bueno, decidí probar una tostada de pollo, que fue lo más flojo (lo cual no quiere decir que estuviera mal ni mucho menos)."