"Este restaurante había pasado desapercibido para mí durante los pocos años que llevaba abierto en mi barrio, entre otras cosas porque parecía que siempre estaba vacío. En cuanto decidí darle una oportunidad quedamos todos muy sorprendidos con la calidad y el precio de los platos, muy competentes comparados con otros coreanos de Madrid. Tiene una carta bastante extensa que es de lo más exótica y los precios invitan a probarlo todo. (Así sí que da gusto conocer la gastronomía coreana) También hay que decir que tanto la presentación de los platos como la decoración del sitio, los cubiertos y manteles de papel son bastante humildes, pero esto hace que la calidad de la comida sea más protagonista todavía. Como última nota decir que los dueños son encantadores, aunque les cuesta mucho el español todavía. Hay que tener un poco de paciencia para hacerse entender, pero siempre te sonríen y reciben con muchísimo gusto. Merecen muchísima más visibilidad que la que tienen ahora mismo, así que os invito a que lo probéis. Se ha convertido en uno de mis sitios favoritos de la zona."