"Entramos por accidente en este restaurante una noche de invierno después de recorrer las desiertas calles de Poblenou en busca de un lugar para comer. Nos hicieron sentir muy bienvenidos y el servicio fue excelente. El único problema fue entender lo que estábamos pidiendo, ya que no hablamos español ni japonés, y la camarera no hablaba inglés. Además, nunca habíamos comido comida japonesa antes. Sin embargo, ¿por qué dejar que un pequeño problema se interponga entre nosotros y una comida? Pedimos una variedad de platos del menú por número, sin tener idea de lo que estábamos pidiendo o del tamaño de las porciones. Cinco minutos después, llegó una sopa muy sabrosa (¿quién pidió sopa?). Diez minutos después, llegaron plato tras plato de comida caliente. Habíamos pedido tanto que se desbordó en la mesa de al lado: pollo, pato, albóndigas, gambas, una variedad de carnes a la parrilla, pimientos y unas extrañas judías verdes en escabeche con su cáscara. Consumimos tres botellas de cerveza y vino tinto a €6.50 (no por copa, sino por botella). Luego, una selección de dulces (probé lo que resultó ser helado de jengibre casero, que estaba delicioso). Ah, y pedimos otra botella de vino para llevar a casa. La cuenta llegó: increíble. Toda la comida y las bebidas costaron solo €65 en total para los tres. La comida estaba rica y toda la experiencia fue hilarante tanto para nosotros como para nuestra larga sufridora camarera."
