"No es la primera vez que venimos y siempre hemos salido más que satisfechos, hasta ayer, que era la primera vez que lo hacíamos en domingo. Llamé el sábado anterior para reservar, la señora me pregunta si quiero terraza, le respondo que sí y nos da hora en segundo turno para las 15:15, llegamos a las 14:45 por si hay suerte y ha quedado alguna mesa libre antes de lo previsto, no es el caso y, tanto el local como la terraza están a reventar, esperamos fuera hasta que antes de las 15:30 nos llama y nos lleva a una mesa de interior, le comentamos que la reserva era para la terraza, a lo que nos responde que aunque esa zona esté cubierta, corresponde a una terraza, no pasan diez minutos que nos dice que nos lo va a poder arreglar para comer en dicha terraza, un error lo tiene cualquiera, aunque lo que el interior cubierto es una terraza ha estado de más. Sobre las 16:00 cogemos los platos y nos vamos para la terraza. Como ya habíamos pedido previamente mientras estábamos en el interior, la comida no se hace esperar demasiado, teniendo en cuenta la referencia de las otras visitas vamos a tomar en consideración el colapso que debe haber en cocina y el estrés que en general debe provocar tal situación por lo que la calidad de la cocina se aprecia ligeramente mermada, los calamares algo sosos, las bravas un poco crudas y la paella con la sepia quemada, acabamos de comer pasadas las 18:00 y nos vamos con una sensación agridulce. Es comprensible que si entre semana hay poca clientela se quiera aprovechar al máximo el fin de semana, pero creo que todo debe tener un límite, si ello tiene que repercutir en la calidad o en el servicio quizá sería mejor reducir un poco el aforo o ajustarlo a la capacidad de la cocina, nosotros volveremos porque sabemos de que se trata, pero un cliente que venga por primera vez probablemente no repita. Conste que se trata de una crítica constructiva y que en condiciones normales la cocina es excelente, no en vano goza de tantos premios. Volveremos, ¡pero no en domingo! Un saludo"
Pequeños
