Bodega Taberna Rafae

Tienes que ordenar la salchicha, la japuta y especialmente el arroz de la cola del toro. rico, rico. de postre mousse de la casa

Es un rincón necesario para completar la experiencia de visitar uno de los rincones más hermosos de la ciudad. El flamenquín, la cola de toro, el cochifrito, el salmorejo.

Comimos en este lugar unas tapas deliciosas de atún encebollado, patatas bravas y espinacas con garbanzos. Fuimos atendidos por Ángel, quien nos brindó un servicio excelente. ¡Un lugar perfecto para tapear!

Somos habituales cuando visitamos Córdoba. Mayormente nos sentamos en la zona de tapas, que está separada del restaurante. Las tapas aquí son muy buenas, sabrosas, no son caras y en general es un lugar amigable para estar.

En este restaurante los lugareños se mezclan con los turistas. Pero esto no es malo. Los camareros perfectos que conocen, atienden, guían y resisten los caprichos de algunos clientes. Buena comida, todo típico, flamenco, embutidos (fuerza,) rao con papas, etc.

Muy bien en General, Servicio excelente y productos muy bien preparados, con un guiño mozárabe. Recomendar el Salmorejo, las albóndigas mozárabes, el arroz de rabo de toro y las Berenjenas. El servicio a muy buen ritmo, muy amables y pendientes de la mesa. Muy recomendable.

Cenamos en la bodega-taberna Rafaé, pensando que por su ubicación, cerca de la Mezquita de Córdoba, sería un lugar caro y de mala calidad. Pero nos gusta arriesgar. Hicimos bien. Es un restaurante de tapas, con decoración taurina -quien no le guste debe entender que es algo normal en el sur de España, y que de Córdoba son algunos de los toreros más famosos-, con un servicio muy atento. La comida es muy rica, y la que se indica como casera, es que lo es. Probamos unas croquetas caseras que eran, en serio, caseras de verdad, como las de las madres de antes.

No hay una buena calificación, así que 3 estrellas. La casa de carne estaba llena, así que probamos Rafae, y había un flujo constante de gente entrando. Solo probamos tres platos, que fueron el estofado de venado, muy bueno; una especie de espinacas en crema con un toque de salsa de vinagre que mi esposa declaró muerto; y una pequeña porción de estofado de rabo de toro. Este último se derretía en la boca. Acompañé todos estos platos con un vino blanco muy seco de Córdoba. A mi esposa no le gustó ninguno de estos platos, pero creo que simplemente está molesta por la idea de comer tarde. ¡Buen provecho!

Estábamos paseando tarde en la tarde y entramos solo para tomar algo. Yo pedí una copa de vino blanco, mi marido uno tinto. Estábamos mirando las otras mesas y notamos a una pareja española mayor a un lado, el hombre me hizo una señal de pulgar hacia arriba y señaló su comida. Su esposa me dijo que era la ratatouille. Olía increíble. Mi marido tomó el menú y pidió la ratatouille para mí y jamón ibérico con quesos de oveja variados para él. Ambos estaban deliciosos, ¡la ratatouille estaba caliente y tan sabrosa! El jamón que mi marido pidió era, sin lugar a dudas, el mejor que habíamos probado en España hasta ahora (a través de Madrid, Segovia, Toledo y ahora Córdoba) y el queso estaba maduro...