"Un «gastro-gatillazo» morrocotudo. Al llegar al comedor nos recepcionó una chica, que a la postre sería quien nos atendería hasta el final de la comida. Sentados y acomodados ya en la mesa, nos acerca las cartas y nos coloca encima, por su cuenta, SIN HABERLO SOLICITADO NINGUNO DE NOSOTROS, un cesto con unos chuscos de pan reseco y un diminuto cuenco con algo que parecía una suerte de magro con tomate, pero con un aspecto y una textura nada apetecible, supuestamente de APERITIVO hasta la llegada de la comida. No nos atrevimos a tocarlo, ni supimos de qué se trataba, porque no entraba ni por la vista ni por el olfato. No empezaba bien la cosa. Empezamos a elegir los platos y viendo los precios, yo que soy más cándido que un botijo, pensé que las raciones serían hermosas y generosas. ¡Ay, flor de enero! Pedimos todo para compartir: • Huevos rotos trufados con jamón ibérico: un plato con un puñado de patatas fritas, sospechosamente recalentadas en un microondas incompasivo, dos huevos fritos encima y cinco o seis láminas de jamón SERRANO, que no ibérico, que es lo que venden. Por encima, espolvoreado un poco de PIMENTÓN, en sustitución de la anunciada trufa. En este momento empiezan las risas nerviosas y las miradas furtivas entre los comensales. ¿Hemos venido en mal día? ¿Esto es así siempre? Semejante ración es lo que ponen gratis de aperitivo en muchos bares con dos jarras de cerveza y aquí te lo calzan al módico precio de 14,00€. Creo que en “Casa Lucio” en Madrid son más baratos y contundentes. • Parrillada de verduras: unas tiras de pimiento, unas rodajas de berenjena, un par de champiñones y poco más, con un punto muy rico. Por lo que sería la guarnición para la carne, nos colocan nada más y nada menos que 14,50€. • Vacío de ternera a la brasa: una pieza de carne muy tierna y con un punto fantástico, pero minúscula. La partimos en cuatro tiras para poder probarla todos. 22,50€. Hay restaurantes donde hacen solomillos igual de tiernos, sensiblemente más generosos y bastante más baratos. • Chuleta de vaca (que no de ternera a la brasa, de un kilo seiscientos gramos, según la camarera, a 36,00 €/kg. La carne estaba en su punto y aceptable, pero carne magra efectiva, la mitad, el resto es hueso y grasa en abundancia. Por este portento nos colocaron 64,80€. Las carnes las sirven en platos de piedra calientes con un salvamantel de esparto debajo y los cuchillos carniceros tienen una original forma de navaja manchega. • Lo que me pareció un atraco flagrante y canalla fue que nos cobraran el pan duro y ese lamentable y penoso “aperitivo” que nos pusieron sin pedirlo (que ni tocamos , al popular precio de 1,50€, pero no por todo, no POR COMENSAL si señores, nos cobraron 6,00€ de más por la puñetera cara. Un detalle misérrimo en un restaurante que ya es de por si injustificadamente caro. • A los postres no llegamos, que además nos confesaron ser todos industriales menos el flan que era casero, pero pagar 5,00€ por un flan me pareció ridículo. Grotesco. • Pedimos la cuenta para poder salir de allí cuanto antes. Llegó «la dolorosa», la cual nos administraron a las bravas, sin ningún tipo de paliativo en forma de caramelos o chupitos de licor. Nada, ni un detalle. Es bastante inquietante que, teniendo una caja registradora electrónica en un local tan moderno, nos traen la cuenta cutremente hecha A MANO en un papelote del ‘Makro’, probablemente para no declarar todas sus ventas al fisco y así evadir unos eurillos. El estacazo al final fue duro, de ciento treinta y seis euros con ochenta céntimos (136,80 € para cuatro personas, más de 34 pavos por cabeza. Salimos de allí con un profundo mosqueo, con una incómoda sensación de insatisfacción, por no haber comido bien y con un alarmante dolor de cartera. Un ‘mojón’ para el Restaurante «Quercus»."