"En esta ocasión nos juntábamos personas, y, como siempre, uno de los requisitos nuestros es poder comer al aire libre y sin mucha gente alrededor. En este lugar jugábamos con la ventaja de que hace algún tiempo, nuestros amigos habían comido ya en este restaurante y quedaron satisfechos.Nuestra experiencia también fue buena. Pudimos comer marisco hasta hartarnos, y los chicos lo completaron con un gran y suculento cachopo y calamares, además de ensalada, por supuesto, y helados de postre.En la terraza donde comimos corría mucho el aire libre y a pesar de estar próximos a la carretera, muy pocos coches pasaban, a pesar de estar el pueblo desbordado de turistas, a final del mes de julio."