"El local es sencillo, con dos salas pequeñas de comedor, una de ellas el antiguo bar, con la barra llena de botellas de buen vino (por cierto, ver tantas botellas juntas en posición vertical da sensación de almacén).El servicio es muy atento, siempre dispuesto a recomendar y ayudar a elegir. La carta es corta. La materia prima es de primera calidad, bien cocinada y presentada. A destacar, la vieira, las empanadas, y la croqueta de centolla. Entre los postres, la tarta de queso de tetilla al horno. Los precios son altos, acorde con la elevada calidad. Por ejemplo, un plato de berberechos al vapor cuesta 24 euros, pero el tamaño y perfecta cocción de las piezas y su intenso sabor marino lo justifican.Me llamó la atención el ambiente, con algunos comensales ruidosos, poco discretos, y al parecer habituales del lugar.En resumen, un local discreto con un alto nivel de calidad, para quien la sepa apreciar y quiera pagarla.Merece la pena, sin duda."