"Escondido al pie de los Pirineos se encuentra el primer restaurante donde Jordi Cruz logró su estrella Michelin a los 26 años. Aún la mantiene, y es evidente por qué en esta encantadora masía. Nos dieron la bienvenida a nuestra llegada y nos condujeron a nuestra mesa para cinco. Optamos por el menú a la carta, aunque el menú de degustación tenía muy buena pinta. Las croquetas de nuestro hijo llegaron antes que nuestros platos, presentadas de manera encantadora con pasta, queso y salsa de tomate. Empecé con los canelones, seguido de una pierna de cabra y de postre, los tres chocolates. El servicio fue excelente, con una amplia selección de vinos. El tiempo de servicio estuvo muy bien sincronizado, especialmente al llevar la comida a nuestro hijo de 4 años (eso me gusta mucho en un restaurante). Esto casi merece una calificación de 5 estrellas, pero para mí, el chef fue un poco demasiado generoso con la sal. Entiendo que los alimentos necesitan ser sazonados, pero fue un poco demasiado."