"Indudablemente, tres estrellas Michelin merecidísimas. El menú pone en alza la calidad del producto y el punto de cocción por encima de efectismos e innecesarias técnicas culinarias de vanguardia. Cumplía el cenador 30+1 años y el menú estuvo a la altura: 21 pases, muchos de los cuales son brillantes, sencillos pero sabrosos la merluza con pilpil y tinta de calamar, es simplemente eso en el plato, no hay nada más que lo acompañe, pero es que no necesita nada más, es sencillamente sublime . Desde que entras por la puerta sabes que te van a tratar de diez y vas a salir encantado. Y no defrauda. El menú empieza en la sala de bar, con 6 aperitivos deliciosos, pequeños bocados que se comen con la mano de una vez y explosionan los sabores en la boca. Los mejores: el bombón de ensaladilla, la tortilla de Amós aunque la aportación del caviar es casi nula y la roca de percebes increíble el sabor a mar . La tartaleta de perrechicos es la que más indiferente me dejó . De ahí pasamos a la sala, en una habitación separada pero con vistas al comedor principal, lo que te da sensación de intimidad pero al mismo tiempo integración con el resto de comensales. Sucesión de platos, algunos verdaderamente buenos la mencionada merluza, el mero, el pichón o la reinterpretación del cocido montañés -sabor por los cuatro costados- . Todo acompañado con un pan de estrena calidad y una mantequilla pasiega de anchoa y tradicional que era imposible dejar de comer. Quizás el plato de espárragos es el que me provocó mayor indiferencia. Los postres sí que es verdad que estaban buenos pero sin llegar a ser brillantes como otros que he probado en restaurantes similares. El mejor para mí quizás el de arroz con leche. Con esto, llegaron los cafés y los petit fours ojo con el de sabor a anchoa porque es complicado, no le gusta a todo el mundo . El precio: 275 el menú, que col vino, aguas, cafés... se nos fue a 315 euros. Es dinero, sí, obviamente, quizás demasiado por comer. Pero como siempre, esto es una experiencia, no es meramente llenar el estómago . Es el conjunto: un local precioso, una atención cercana a la par que profesional éramos 5 y venían 5 camareros a servir el plato al mismo tiempo a cada uno , pequeños detalles que diferencian de otros restaurantes, y por supuesto unos platos y una materia prima de altísima calidad. Jesús Sánchez sabe lo que se hace, y lo hace muy bien. Comparando con otros restaurantes de categoría similar, de los mejores que he probado con permiso de Azurmendi, Atrio y el Celler de Can Roca ."