"De los tres o cuatro buenos asadores de Madrid éste destaca especialmente por la calidad de su cocina, sus precios razonables y su accesibilidad. Aquí lo que cuenta es el producto. Una morcilla de Burgos casera para abrir boca, bien fritita y con un punto picante, insuperable y nada aceitosa. Y la estrella de la casa, el asado de cordero servido en fuente de barro, bien jugoso y tierno como mantequilla. Imposible acabar el cuarto la paletilla izquiera, mi favorita a pesar del hambre acumulada en previsión. Y la salsa de agua, sal y sustancia corderil (el único sacramento de un asado castellano) para mojar la barra de pan entera. Servicio amable y eficaz, local alto en decibelios como corresponde a un almuerzo de domingo. Hay que volver para probar el cochinillo, que se anuncia igual de superior."
