"Me parece una apuesta muy particular y una sorpresa muy grata que, desde el momento de la entrada, con una distribución poco habitual, hasta lo más importante -la comida- no deje de disfrutar. Al entrar, dos salas separadas por una barra con siete tiradores de cerveza que, unido a una selección de vinos, hace prometer un buen maridaje. Yo preferí la sala con ambiente de almacén y allí debo decir que me sentí genial. Dejaré para el final un detalle que me gustó especialmente... En cuanto a su cocina, la resumiría como creativa, fresca y con chispa, llena de sabor y contrastes. Comencé con una cerveza de barril con unas aceitunas para abrir boca y dar paso al primero: una Burrata, espectacular y super refrescante. El resto fue un carrusel de sabores: una Ensaladilla de ventresca con toques de encurtidos; una Pastela moruna sorprendente, con distintas texturas y con un toque muy especial de una selección de especias que te llevan a otros mundos; un Secreto ibérico brillante en su ejecución, con un punto perfecto y un mojo bien sabroso. Quise dejar un hueco para el postre... E hice bien, porque cumplió sus expectativas el Souflé de chocolate negro con helado sobre crumble especiado. Y termino con el detalle que me gustó especialmente: si bien el equipo estuvo a la altura en todo momento, todo se superó con el trato excepcional, la amabilidad en explicar cada detalle de las elaboraciones y el interés en conocer mis impresiones de todos y cada uno de los platos que probé por parte de David Fernández, su jefe de cocina (casualmente, con el mismo nombre y apellido que yo). Nada más que añadir, más que tendré que repetir experiencia y recomendártela."