"Es un restaurante con aspiraciones de tener una estrella michelín en una ciudad que idolatra (y lo puedo entender) el modelo de tapa gratis con la bebida, y eso tiene muchísimo mérito. De hecho, seguro que hay pocos sitios en la ciudad con estas aspiraciones.Pero cuándo hablamos de una cena en la que fácilmente pagas 100-150€ por comensal, hay cosas que esperas que pasen y que si no pasan, te dejan sabor agridulce. Por ejemplo: te sientas en una mesa con un mantel blanco que tiene pequeñas manchas, son pequeñas, pero resaltan en el blanco impoluto del mantel, o que en el menú degustación de 6 platos haya 2 con sabores que difícilmente te sorprenden, como un magret de pato con foie o un calamar relleno que sabe, a calamar relleno de toda la vida. O que en el restaurante haya una mesa con 15 personas montando un ruidazo que te impide tener una cena tranquila e intima. O que las cristaleras del restaurante, con vistas a toda la ciudad, se encuentren completamente embarradas por la calima y no te permitan ver nada (oye, que entiendo que la calima no es culpa suya ni mucho menos, pero en fin, es otra cosita más que deslució la experiencia).En fin, que entiendo que son valoraciones muy personales/subjetivas, pero cuándo entro en un restaurante de este tipo busco vivir una experiencia única de de sabor, olor, vista y sonido, y en mi caso, no tuve la suerte de poder vivirla."
