"Este pequeño restaurante es un auténtico milagro en la capital de Tenerife. Lleva décadas sirviendo comida excelente en un espacio maravilloso: una casa tradicional decorada en su interior con carteles del carnaval y con una conservación admirable. Lo conocía cuando estaba el Puntero, que era todo un personaje, y su hijo ha sabido mantenerla en toda su pureza. Platos marinos sencillos pero muy bien preparados y sabrosos: chocos, pulpo, pescado fresco, cherne salado, camarones, sardinas, caballas, una sopa de pescado exquisita... Y entre los postres los cada vez más raros huevos moles con gofio. Atendimiento soberbio y ambiente del mejor. Para mí sigue siendo, después de cinco décadas, mi lugar de elección las pocas veces (por desgracia) que visito la ciudad. Cinco estrellas de puntuación."