El Local Gastronomico

Autentica cocina manchega de calidad, trato exquisito, perfecto, repetiremos sin duda.

Sigue casi igual que hace treinta y cinco años. Comida de primera, manchega, y ambiente sencillo y amable.

Comida deliciosa, trato amigable, ambiente recogido y confortable. Un descubrimiento, disculpen mi ignorancia, a pesar de la larga trayectoria del local. Ver carta

Gran restaurante, buena comida. Los fritos con huevos suaves y hervidos eran nuevos para mí. Delicioso. Muchas fotos están en las paredes con celebraciones.

Unos amigos nos hicieron conocer este local donde pasamos una agradabilisima cena. Todo estaba muy rico. Un Pequeño local, acogedor como el personal y que merecerá sin duda más visitas.

Unos amigos me invitaron a probar su cocido madrileño de tres vuelcos. No soy experto en cocidos pero me pareció muy sabroso y abundante. También el postre y el vino eran excelentes. Por lo demás, el local es agradable y el personal un encanto. Sin duda, volveré. Ver carta

Acudí a un evento invitada por unos conocidos. Debido a su ubicación y su falta de señalización es difícil de encontrar. El local consta de dos plantas: Una planta, accesible desde la calle, en la que hay unas mesas con aperitivos. Y el sótano, que se utiliza para eventos como actos grupales, exposiciones, charlas ... A pesar de que sea un local pequeño, es un sitio agradable para conversar, eso si, de pie, por falta de espacio. Volvería.

Para no olvidar. De la investigación culinaria de Joaquín Racionero a una gastronomía ancestral por la diagonal de nuestro bello país. Asadillo a su amor con sardinas. Lomo de orza macerado en manteca laminado y chorizo magro toledano. Pisto manchego con alcaravea. Un morteruelo muy especial y atascaburras de pastores (sin agua de nieve). Codornices con chocolate. Queso hasta el final de cueva con membrillo y alajú. Vaya pedazo de chefs David y Clara. Gracias por vuestros maravillosos platos.

El menú de el Tormo nos echó varios siglos atrás. Casi pudimos oír galopar el Don Quijote con su companero en los alrededores. Supongo que en aquellos tiempos también se comían pescado fumado, atascaburras, pisto, bacalao con pure de patatas y gazpacho manchego que me hizo casi llorar tan el plato estaba sabroso. Clara es una fenómena, un milagro. Nos atendió sola a nosotros, solos clientes de la tarde, con amibilidad y carino. Supimos que comer puede ser algo espirituál, casi como una comunión. Gracias, Clara. Ver carta