"Por la cercanía y recomendación del hotel donde nos alojamos, cenamos allí dos noches. Ya la primera, nos clavaron con un chuletón de tinta, del que pregunte el precio del kilo y pedí que fuera de un kilo como mucho, y claro, casi dos, que en realidad, carne ya se sabe que es poca, pero el precio mucho. Y no puedo saber si era tinta porque la verdad es que estaba buena, pero sin más, no con la cremosidad de una carne infiltrada de grasa. Dimos otra oportunidad pero esta vez de tapas, fuera, porque si no es carta no se puede entrar al restaurante, aunque estaba vacío todas las ocasiones, las tapas, decepción también. El precio es bajo pero por lo que hemos comprobado en el resto de Cantabria, donde hemos pedido siempre rabas y son calamares chiquititos o chipirones, en anillas y fritos en rebozado crujiente, aquí fueros rabas de pota en tiras. Y las hamburguesas, de sabor muy, muy fuerte y cuya presentación fue flotando en un pan en que la hamburguesa solo ocupaba el centro, sin compañía no de unas patatas y acompañados de dos litros de agua por lo que pagamos más que por la hamburguesa. Rara vez hago crítica de un restaurante, lo dejo estar, pero salí de.alli, con la sensación de guiri pringado, al que han dado lo peor porque no va a volver. En ningún otro restaurante de Cantabria nos hemos sentido así. Sin duda, volvería a la zona, preciosa, pero no al restaurante"
